Imagen del edificio de Rana Plaza, que albergaba a innumerables talleres de confección y a un centro comercial.

En Bangladesh se han cerrado más de 200 fábricas desde el desplome del Rana Plaza, en abril 2013. La sucesión de incendios y derrumbes en plantas de producción del país obligó finalmente a que el sector textil e indumentaria tuviera que eliminar centenares de plantas que no tenían las mínimas condiciones de seguridad para sus trabajadores.

Según fuentes gubernamentales, estos cierres han implicado la supresión de más de10.000 empleos y han frenado las exportaciones. Esto resiente la economía del país, ya que la industria textil representa una cifra de negocio de 24 mil millones de dólares.

Lamentablemente Dhaka, que optó sacrificar su vigilancia sobre la seguridad y las condiciones de trabajo en las empresas, tampoco tomó la iniciativa a la hora de reparar la situación. Presionados por sus consumidores, las grandes marcas y cadenas comerciales comenzaron a estrechar el círculo sobre la actitud desaprensiva de los empresarios y gobernantes bengalíes.

Ahora la Asociación de los fabricantes y exportadores de prendas de Bangladesh (BGMEA), que representa a 4.500 empresas, reconoce que desde la catástrofe del Rana Plaza el sector soporta una transición difícil. Este hecho, que fue un desastre ‘anunciado’ mató a 1.138 empleados y dejó centenares de heridos graves. A estos se debe sumar más de mil personas muertas y también muchos heridos en incendios anteriores.

Shahidullah Azim, vicepresidente del BGMEA, asegura que “218 talleres de ropa han cerrado desde la tragedia. La mayoría eran pequeñas y medias estructuras con entre 300 y 800 empleados. De ellas, 21 han cerrado bajo las recomendaciones de dos grupos de distribución occidentales. Los otros lo hicieron por propia decisión”, dijo.

Los grandes grupos y marcas, que representan casi 200 firmas europeas y americanas como Walmart o H&M, han formado dos grupos distintos llamados “Accord” y “Alliance”, con el fin de inspeccionar las fábricas, en reacción a las críticas de los consumidores occidentales.

Accord ha inspeccionado 1.100 fábricas y Alliance 600, obligando a un centenar de ellas a modernizar sus instalaciones por motivos de seguridad.

Según Azim, la instabilidad política que rodeo las elecciones legislativas en enero y el aumento de los sueldos de un 76 por ciento el año pasado así como las interrogaciones sobre la fragilidad estructural de muchas fábricas han llevado al cierre de muchas de ellas.

“Muchos han cerrado pensando que ni siquiera las obras de modernización podrían saldar sus problemas”, añado Azim.

El dirigente sostiene que en alguna medida esta situación se reflejó en las ventas. Las exportaciones de prendas tejidas –el componente más grande de las exportaciones- se han reducido un 1,6 %, en los dos primeros meses del año ‘empezado’ el pasado mes de julio.

Azim indica que el país sufre también de una baja de la demanda de grandes mercados como Alemania, EE.UU. que afectan considerablemente a sus ventas.

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FashionUnited / CueroAmérica

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