Las organizaciones de moda de Gran Bretaña y los Estados Unidos, BFC y CFDA firmaron un llamamiento dirigido a la industria de la indumentaria mundial. La propuesta es que a partir de ahora abandonar las prácticas de la moda rápida, apostar a un proceso más lento y a la calidad de los productos.

A partir de los desajustes sociales generados por la pandemia, sectores de la industria de la moda reclaman transformar esta situación en una oportunidad. Ahora Londres y Nueva York alzan una voz común para reclamar un acuerdo que saque al sector del ritmo frenético del cambio, de la producción desmesurada que genera sobrestocks y la destrucción de prendas sin uso.

Dries Van Noten.

De esta manera, BFC y CFDA son parte del movimiento abierto por Giorgio Armani, Gucci, Hermès y compartido, entre otros, por la Cámara Nacional de la Moda Italiana y por los signatarios del llamamiento de Dries. Van Noten. Es decir, aquello que suplica el lujo de soltar los mecanismos de la moda rápida.

“Estamos unidos en la creencia de que el sistema de moda debe cambiar, en todos los niveles. Ya llegamos tarde, dice el comunicado de prensa, pero las consecuencias del Coronavirus nos obligan a poner el proceso de replanteo de nuestra industria en el más alto nivel de las prioridades».

A través de un manifiesto online titulado Open Letter to the Fashion Industry (Carta abierta a la industria de la moda), una serie de distribuidores y diseñadores del sector del lujo se aliaron para llamar la atención sobre la necesidad de replantear los tiempos de lanzamiento de las nuevas colecciones y posteriores rebajas, proponiendo como alternativa volver a presentar la temporada de otoño/invierno en invierno y la de primavera/verano en verano y no cuatro o cinco meses antes como hasta ahora.

Con Dries Van Noten a la cabeza y desarrollada a lo largo de tres videofórums, el documento cuenta ya entre sus primeros firmantes con grandes nombres como Craig Green, Erdem Moralıoğlu, Gabriela Hearst, Marine Serre, Thom Browne y Tory Burch y comercios como Bergdorf Goodman, Lane Crawford, Nordstrom y Selfridges.

“Nos hemos visto obligados a dar un paso atrás, a revisar todo lo que estamos haciendo para decidir si tiene sentido”, resumió Van Noten las raíces de la iniciativa Esta recoge también el firme propósito de reducir el impacto medioambiental de la industria y revisar el formato tradicional de los desfiles. Hablamos de un diseñador que, en las dos décadas de trayectoria de su marca, ha eludido lo ‘comercial’ y se ha negado a sacar precolecciones, sin por ello dejar de vender.

Acordamos que el entorno actual, aunque desafiante, presenta una oportunidad para un cambio fundamental y bienvenido que simplificará nuestros negocios, haciéndolo más ambiental y socialmente sostenibles y, en última instancia, alineándolos más estrechamente con las necesidades de los clientes.

La carta propone volver a poner la temporada de otoño / invierno en invierno -agosto / enero- y la temporada de primavera / verano en verano -febrero / julio- (del Hemisferio Norte).

Asimismo crear un flujo de entregas más equilibrado a lo largo de la temporada para proporcionar novedad pero también tiempo para que los productos creen deseo.

Junto a esto realizar descuentos sólo al final de la temporada para permitir más ventas a precio completo: enero para otoño / invierno y julio para primavera / verano (del Hemisferio Norte).

También -explican- trabajaremos para aumentar la sostenibilidad en toda la cadena de suministro y el calendario de ventas a través de:

• Producto menos innecesario
• Menos desperdicio en telas e inventario
• Menos viajes
• Utilizar salas de exhibición digitales además de interacciones creativas personales
• Revisar y adaptar desfiles de moda
• Trabajando juntos, esperamos que estos pasos permitan que nuestra industria se vuelva más responsable de nuestro impacto en nuestros clientes, en el planeta y en la comunidad de la moda, y que recupere la magia y la creatividad que ha hecho de la moda una parte tan importante de nuestro mundo.

El documento de BFC y CFDA señala que alientan “a las marcas, estilistas y minoristas, acostumbrados a la velocidad y al ritmo incesante, a reducir la velocidad. Durante mucho tiempo ha habido demasiadas entregas y producción excesiva. Con los almacenes llenos, el sistema también debe revisar el ciclo de recolección y ser muy estratégico en productos y planes de ventas», aseguran.

El texto también explica que para la moda, la desaceleración tiene, por supuesto, un valor sostenible: porque producir menos también significa producir mejor. “Le aconsejamos que no piense en más de dos colecciones al año, es la advertencia. Te permite relacionarte con la creatividad. Mientras que un ritmo más lento ofrece la oportunidad de reducir el nivel de estrés de los equipos». Más adelante dice que «existe una clara desalineación entre la entrega en la tienda y la necesidad de los clientes: el ritmo debe ser más cercano al de las estaciones».
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La Conceria / CueroAmérica

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