El Coronavirus provoca angustia y ansiedad en el mundo. Enfermedad y muerte que avanza como reguero de pólvora, y los negocios y sus puestos de trabajo que tiemblan. China, Corea del Sur, Japón en Asia, y ahora la epidemia comenzó a golpear a Europa. Italia y España ya viven este drama y nadie sabe cómo sigue.

De pronto la situación de las empresas europeas ha cambiado significativamente. Las compañías con negocios con China, aquellas que habitualmente recibían productos chinos o tienen en ese país-continente grandes compradores, están muy preocupadas por la situación. El cierre de empresas y puertos por tiempo indeterminado pulveriza los negocios, en ambas direcciones.

Pero ahora los europeos se encuentran de pronto con la noticia de que el virus llegó a sus puertas, entró a su casa.

Después del cierre de la gran Semana de la Moda de Milán, de Micam y Mipel y en plena Lineapelle, la prensa confirmó la existencia de 229 casos comprobados y siete muertes por coronavirus en Italia. La mayoría de esos casos se encuentran en la parte norte del país, cerca de Milán. Pero ya hay otros registrados en el Sur. La gran afluencia turística, los viajes de negocios y los trabajos quedan bloqueados por el cuidado… y por el terror.

El miércoles 26 de febrero amanecimos con Italia con centenares de contagiados y varios muertos, y exportando el virus a España que ya denuncia varios casos.

Las bolsas comenzaron a caer, las empresas buscan tomar medidas pero ninguna sabe bien cuáles son las que corresponden aplicar en esta situación, sin duda inédita.

Las ferias del sector, como la APLF de Hong Kong, postergan sus ediciones. Otras deciden suspenderlas o, siendo en regiones distantes de Asia, preparan medidas contingentes y esperan una caída en la cantidad de visitantes y también de expositores.

Todos los habitantes del planeta vivimos en ascuas y seguramente sólo nos hará sentir mejor que el miedo no nos haga olvidar lo mejor de nuestra condición humana. Que nada nos haga flaquera el sentido de solidaridad, la capacidad de ayuda y la preocupación por el que más necesita.
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Mauricio Herzovich

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