Argentina: fuerte retracción en la industria del calzado por la importación y caída de ventas
La industria del calzado en Argentina vive uno de sus momentos más delicados en décadas. Durante el primer semestre de 2025, la actividad registró caídas sostenidas en la producción, el consumo y las ventas, profundizando una crisis que afecta a miles de trabajadores y a decenas de empresas en todo el país.
Según los empresarios del sector, la falta de competitividad externa -debido a que se mantiene el peso sobrevaluado-, el derrumbe del consumo interno y la avalancha de productos importados y de contrabando, configuran un escenario crítico para este sector históricamente vinculado al desarrollo industrial del país.
Según datos de la Cámara de la Industria del Calzado (CIC), la producción nacional se contrajo un 16,3% entre enero y julio de 2024 en comparación con el mismo período del año anterior. La tendencia negativa se mantiene en 2025, empujada por el encarecimiento de los costos, la caída del poder adquisitivo de la población y una política económica que deja al sector expuesto en mala situación para enfrentar a la competencia internacional.
La situación es especialmente grave en términos laborales: más de 50.000 empleos directos e indirectos dependen de la industria del calzado en Argentina. Solo en el último año, más de 1.500 trabajadores registrados perdieron sus puestos, y muchas PYMES del sector se encuentran al borde del cierre. Empresas como Dass, que cerró su planta en Coronel Suárez dejando 360 operarios sin trabajo, y otras como Topper y Bicontinentar, han recortado severamente sus operaciones.
El consumo interno, que representa el principal destino de la producción nacional, se desplomó. Sobre esto la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) reportó una importante baja acumulada en las ventas minoristas de calzado, destacando que ni siquiera las campañas promocionales ni las fechas clave del comercio lograron revertir la permanente caída de la demanda. La población debe priorizar gastos esenciales y posterga el consumo de bienes durables como el calzado, incluso en segmentos de bajo costo.
A esta crisis estructural se suma un factor externo determinante: el tipo de cambio. En el actual esquema económico, el dólar se encuentra subvaluado en relación con los costos internos de producción, lo que torna virtualmente inviable la exportación de calzado argentino. Esta pérdida de competitividad externa contrasta con una creciente apertura de las importaciones, que ha derivado en una verdadera invasión de productos importados, muchos de ellos procedentes del Sudeste Asiático (principalmente China, Vietnam e Indonesia) y también de Brasil, cuyo sector calzado mantiene una producción de gran escala y goza de un tipo de cambio más competitivo.
En lo que va del año, las importaciones de calzado terminado aumentaron un 21%, mientras que el ingreso de insumos para producción nacional cayeron un 50%, dado que es más conveniente ingresar el calzado terminado. Este cambio en la estructura comercial golpea de lleno a la industria argentina, que pierde mercado en su propio territorio ante productos más baratos -generalmente de menor calidad-, y afectando fuertemente a las industrias locales y a su empleo.
El panorama es especialmente crítico en provincias como la de Buenos Aires y Santa Fe, donde centenares de fábricas, la mayoría pequeñas y medianas, se encuentran en riesgo. Sin una política de defensa de la producción nacional, de incentivos a la exportación y de estímulo al consumo interno, la industria del calzado enfrenta actualmente un daño irreversible. Lo que está en juego no es solo una actividad económica: es el trabajo de decenas de miles de familias y la sostenibilidad de una cadena productiva que ha realizado importantes inversiones en equipamiento, genera valor agregado y empleos en gran parte del país.
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CueroAmérica
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