La industria de la moda vuelve a quedar en el centro del debate por la apropiación cultural, un conflicto que reaparece periódicamente El más reciente episodio involucra a Prada, criticada tras presentar en la Semana de la Moda de Milán unas sandalias masculinas que recordaban a las chappals indias.

La reacción de las autoridades de Maharashtra y comunidades artesanales fue inmediata, denunciando el uso de un símbolo cultural sin reconocimiento a su origen. El episodio fue bautizado mediáticamente como el “escándalo de las sandalias” y obligó a la marca italiana a admitir la inspiración y abrir un “diálogo” con los artesanos locales.

Este caso no es aislado porque la moda históricamente ha tomado de culturas diversas como fuente creativa, pero hoy ese intercambio enfrenta un nuevo marco ético impulsado por las redes sociales, la sensibilidad cultural y la visibilización de comunidades que durante siglos fueron marginadas. A diferencia de décadas pasadas, cuando la inspiración era celebrada sin cuestionamientos, ahora muchas audiencias no toleran que símbolos con valor identitario sean convertidos en productos comerciales sin reconocimiento, contexto ni beneficio para sus creadores originales.

Técnicos de Prada visitaron en Kolhapur a los artesanos que producen las sandalias Kolhapuri.

Las críticas no apuntan a la inspiración en sí, sino a la falta de respeto y al borramiento cultural. Voces indígenas y académicas señalan que, en demasiadas ocasiones, los códigos estéticos de pueblos originarios terminan trivializados o convertidos en caricaturas. Vogue Reino Unido citó el testimonio de Christian Allaire, referente indígena de la Primera Nación Nipissing, quien afirmó que su cultura ha sido repetidamente explotada por diseñadores que transforman elementos identitarios en adornos sin significado.

Sin embargo, el sector también ofrece ejemplos de buenas prácticas. Dior y Gabriela Hearst han demostrado que es posible colaborar, reconocer y co-crear con comunidades artesanas, generando valor compartido en lugar de conflicto. Cuando las marcas incluyen, acreditan y generan oportunidades reales, la recepción es completamente distinta.

Las sandalias de Prada son una copia de un calzado tradicional de la India.

El desafío para los directivos y diseñadores es comprender que hoy la reputación es un activo tan valioso como el diseño. La investigadora Gabriella Lojacono, de la Universidad Bocconi, sostiene que las empresas deben justificar con claridad por qué utilizan elementos culturales ajenos y asegurarse de que esas decisiones respeten su significado original. Propone tres pilares: conocimiento profundo, reconocimiento explícito de la fuente y eliminación de cualquier estereotipo. En un mundo hiperconectado, ignorar estas reglas implica un riesgo reputacional mucho mayor que hace una década.

La moda siempre se ha nutrido del cruce cultural. La pregunta no es si debe dejar de hacerlo, sino cómo hacerlo con respeto, colaboración y transparencia.
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Lineapelle / CueroAmérica
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